“Estuve en el Hotel San Cristobal Tower por tres horas y al termino de la cita salí con 300.000 pesos chilenos, alrededor de 470 dólares”, dijo Libia en su primer día como dama de compañía. “Al día siguiente me fui directamente a Gucci y me compré una cartera”.
Sí, casi 500 dólares por tres horas de trabajo. Es fácil darse cuanta porqué el escorting puede ser visto como un estilo de vida sofisticado. Pero decidimos adentrarnos un poco más en el asunto y ver cómo es la vida de una dama de compañía en Santiago.
Libia, de 33 años, empezó a desempeñarse como mujer de compañía o escort a la edad de 23 años. Anteriormente había trabajado como entrenadora personal, y también había incursionado en la danza pero veía que no era para ella: “para mí no tenia sentido estar parada con tacones y que siempre me salieran ampollas”.
La primera pregunta fue cómo se convirtió en una mujer de compañía. No es necesariamente el tipo de trabajo que se publican en las páginas de empleo, después de todo… “me encontré con un chico que conocía y me dio una tarjeta de negocio. Más tarde me di cuenta que era para pertenecer a un equipo de escorts, y lo llamé”.
Desde el primer día, Libia dice que le encantó. “Estaba completamente fascinada. Iba a cenas y teatros. Me llevaban de vacaciones. Pensé ‘amo esto, quiero hacerlo toda la vida'”.
No siempre fue glamoroso, se rió: “También conocí a chicos no muy bien ‘aliñados’. No eran malas personas al conocerlos, simplemente no eran totalmente de mi gusto”.
La experiencia más extraña de Libia fue una vez que estaba de vacaciones en Buenos Aires. “Volvimos a la habitación después de haber salido por la noche y me pide que me ponga una lencería negra y un par de tacos negros. Así que fui al baño, me preparé y me cambié”.
“Cuando salí lo encontré recostado en la cama con la misma lencería, labial rojo y tacos negros. Parecíamos gemelas. Fue tan gracioso que me tuve que devolver al baño a reírme. Le dije que me dolía un poco el estómago”.
Entonces, ¿cómo es estar en una relación verdadera mientras estas con otro tipo? “La primera vez que tuve novio no le conté y me arrepiento, porque cuando se enteró fue un lío. Me dijo que era ‘repugnante’ y me amenazó con que le iba a contar a mi familia”.
Libia dice que desde entonces, le ha dicho a sus parejas que es una bailadora erótica y “han estado bien con eso”. Ella agrega: “Pero es probablemente porque – no les he dado dinero – han estado viviendo en una buena casa conmigo y me he encargado de la comida y demás compras”.
Si bien la familia de Libia la apoya en su decisión, ella dice que el momento más difícil fue cuando su amiga decidió seguir sus pasos en el negocio. “Ella estaba muy mal económicamente, pero le dije que creía que no era lo mejor para ella, porque solo lo estaba haciendo porque no tenía otra salida”.
“Descubrí a los seis meses que había estado trabajando en secreto en un prostíbulo, con largas horas de trabajo”.
Ella agrega: “Yo tuve mucha suerte. Yo estuve trabajando con uno de los mejores equipos de mujer de compañía de Santiago al comienzo de mi carrera y tenían clientes muy buenos. Pero no todas las agencias se preocupan de las chicas o filtran a los clientes”.
